Nacer en París, tal vez le dio ese aire otoñal, propio de los atardeceres de la ciudad del Sena, como la mirada lánguida, el carácter melancólico, y quien sabe si el mismísimo romanticismo. El continuo transitar de su familia, le hizo conocer muchos barrios y calles del venerable París. Quizás aquello le dio la versatilidad, el ritmo cambiante, que a posteriori imprimiría en su vida. De natural inquieto; sus aspiraciones, veleidades, inquietudes, pero siempre probándose a sí mismo.
Enamorado a tierna edad, del arte de Leonardo,José Julián Hernández se sumerge en la dura disciplina del dibujo, consiguiendo manejar con destreza carboncillos, cretas, grafitos y demás útiles, para después ensayar con óleos y otras técnicas, y siempre intentando acercarse al ideal de belleza que promulgó el genio florentino. Más tarde llegó a frecuentar estudios y talleres de renombrados representantes del realismo español, tal como E. Naranjo y A. López. Llegarían épocas, donde J. se multiplicaba en sus quehaceres. Se las ingenió para asistir a diversas practicas sobre autopsias, con el fin de perfeccionar sus conocimientos anatómicos; ejerció como modelo de pintura al natural, -tras pasar un duro "casting"-, en el madrileño Circulo de Bellas Artes, a la vez que alternaba como técnico de mantenimiento en el Gran Casino de Madrid. Luego vendría su actividad en las tramoyas del teatro, como iluminador, el bucear en el mediterráneo, y a todo esto, todos los días manos femeninas tocaban la puerta de su "cuore". Es hombre que se ha dejado querer por un buen número de mujeres, donde no faltaron las modelos, actrices, incluso alguna que otra "miss" se acunó en sus brazos....
Hace unos cuantos años, había quedado con el diseñador, pintor y cantante Tino Casal, en una pequeña discoteca de la calle Aduana de Madrid, para disfrutar de una amplia noche de "cachondeo madrileño". En esa misma noche conocía a Helem, la mujer que le rescataría de toda aquella vorágine, y reconduciría a otras formas más tranquilizantes de vida. Y mientras J. desaparecía de aquel local con Helem, el cantante asturiano perdía la vida, en la carretera de la Coruña.
En la actualidad, el inefable J. dedica su tiempo a su familia, el teatro, el buceo, y sobre todo a cuidar el bellísimo jardín, de su preciosa casa, a las afueras de Madrid. En las invernales tardes retoma algún lienzo, para proseguir en su intento de búsqueda, como fiel discípulo del gran Leonardo, mientras fuera las hojas caen, y el tiempo va estirando las sombras de tan idílico jardín......
3 comentarios:
Nunca había visto esto ! Que sorpresa!
Paseo por Aranjuez también!
Muchos recuerdos bonitos!
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