viernes, 30 de septiembre de 2022

UN SIGLO DE ZARZUELA EN ABARÁN

 En los 80, algunos diarios de tirada nacional hablaban sobre la gran tradición zarzuelera de Abarán, pueblo al que etiquetaban como el oasis del llamado género lírico español. Hasta llegó a reunir tres compañías locales en aquellos años. Frisado el siglo XXI, en este año se presentaba "Un siglo de Zarzuela en Abarán", un libro dividido en dos tomos, donde se narran vicisitudes, anécdotas, y todo el transcurrir escénico que dio cobijo la deliciosa bombonera que es el teatro Cervantes hasta hoy.

 


Para festejarlo, se programó la obra más famosa de Federico Chueca y que él consideró como un mero paseíllo veraniego: "Agua, azucarillos y aguardiente". En la época del compositor se había tomado la resolución de abaratar los espectáculos con el sistema ofrecido por el teatro Variedades de Madrid que consistió en cambiar las cuatro horas de duración de cada zarzuela, —con un precio por entrada muy alto— , por cuatro funciones breves sin la obligación de asistir a todas. Fue así como nació el teatro por horas; a cada una de esas obras cortas e intrascendentes se dio el apelativo de género chico. Y en ese género chico, Chueca se convirtió en un grande. El libreto es obra de Miguel Ramos Carrión.

 


La bombonera ofreció un casi lleno, aunque hemos de considerar que el público asistente no era el de las grandes noches de Ópera. El momento previo al comienzo, cuando los intrumentistas proceden a la afinación, el teatro parecía la merienda de un festejo taurino. Luego, los diabólicos móviles no dejaron de sonar en plena función. La imagen siguiente muestra el expresivo rostro de una violinista mientras observa con impotencia la situación:

 
Lamentablemente no podemos referirnos a los protagonistas del evento por sus nombres, ya que la organización no dispuso de programas de mano. ¿Tanto costaba hacerlos? Si el ayuntamiento colaboraba en el espectáculo,  se registró un casi lleno, suponemos que con una cuantiosa recaudación en taquilla; máxime cuando la compañía en cuestión no eran profesionales. Es un detalle que nos hace ver la pérdida identitaria de este espectáculo, que otrora fuese todo un paradigma artístico en Abarán. 

 
De la orquesta sólo podemos decir que tuvo una gran calidad, bajo la dirección del blanqueño Víctor Cano. No conocemos su denominación por la ausencia de información.

 
La acción se desarrolla en Madrid en el mes de agosto en un puesto de refrescos (el aguaducho). El argumento gira alrededor de un enredo de carácter económico en el que están implicados, sin saberlo, los protagonistas. El personaje central del enredo es Aquilino, un hombre de negocios, propietario de pisos baratos de alquiler y prestamista.

 
"Amigos de la Zarzuela de Abarán" representó no solamente con gran dignidad la obra, es que lograron momentos de gran calidad técnica y consiguió transmitir ternura y emoción, salpicado todo ello con el humor que las escenas costumbristas, inspiradas en el casticismo madrileño provocaron siempre.

 
Tanto Aquilino, como Serafín, Simona, Atanasia (Asia para los amigos), Pepa, como personajes principales, teniendo el Paseo de Recoletos como fondo fueron muy bien encarnados por los principales actores-cantantes de esta compañía de Abarán.

 
Al termino de la obra, el tenor llamó a varios ex-componentes de la compañía, y también al alcalde. Todos ellos subieron al escenario. Uno de ellos, relató los inicios y breve transcurrir de su carrera artística. Fue el único que se dignó a mencionar el nombre del maestro musical y compositor abaranero Rogelio Gil Serna. Ni siquiera en la presentación del libro que versa sobre la historia local de la Zarzuela, autor, presentador y demás elenco fueron capaces de mencionar su nombre. 

 
Y no se trata de potenciar vanidades, ni de endulzar oídos; sólo de reconocer públicamente la labor altruista de un enamorado de este género musical, que dedicó media vida a ello, habiendo creado hasta tres compañías locales, aparte de haber compuesto la única zarzuela que versa sobre Abarán y el Valle de Ricote.