martes, 28 de febrero de 2012

HORNACHOS "L´AMOUR ÉTERNEL"























Los atardeceres en Hornachos son de una fuerza extraordinaria.Celajes y nubes que van desflecandose al caer la tarde, provocando tonalidades violetas que son toda una sinfonía delicuescente en el horizonte de las extensas planicies que rodean la población hornachense, segregando una ilusión óptica que contrasta con los brillos plateados de las aguas de un envalse cercano.Las luces matinales son de un refulgente blancor, de un blanco níveo que baña los olivares y montes aledaños creando todo un festival de sensaciones, entre grises perlados, azules de ultramar y amarillos tostados que serian la envidia de cualquier pintor impresionista. Los campos salpicados de una rica gama de verdes y ocres son la prolongación de un pueblo que en tiempos romanos sería llamado Fornachos, por albergar una buena cantidad de hornos. Pero de Roma sólo queda eso porque la configuración, el trazado de sus calles y algunas construcciones llevan el sello del mundo árabe. De Hornachos sorprende su enclave, al abrigo de sus sierras y montes, dejando caer como cataratas de espumas blancas un buen racimo de casas al estilo de los "Pueblos blancos de Cádiz", la "Axarquia" malagueña o el mismísimo Albaycín granadino. Las casas son de una construcción sólida, ideales para afrontar las altísimas temperaturas veraniegas, aunque en invierno se resienten en los largos días de frio.
El caudal estético que desprende el entorno paisajístico es inmenso y uno se pregunta el porqué este bellísimo pueblo apenas es conocido, incluso en la misma Extremadura. Al parecer sólo algunas entidades particulares ponen empeño en ello mientras los políticos miran para otro lado. Cuando este país se ha convertido en un mar de "gaviotas azules", en Hornachos la gente sigue calentándose con el "braserito" del PSOE.....
El hornachense tiene fama en los pueblos colindantes de ser gente aguerrida, de luchar contra todo designio y perseverar en su trabajo. Vienen a ser una mezcle entre castellanos y andaluces. La nobleza castellana aún con su punto de frialdad pero que el toque andaluz balsamiza dando un carácter agradable, enjundioso, con la gracia justa sin llegar a la desmesura y barroquismo del andaluz. Son gentes de una afabilidad recóndita, de un mostrar afectos sin prejuicios, son acogedores como no vi jamás en otros lugares, mostrando siempre su humildad como su referente máximo, provocando una sensación enternecedora al saberte conocido de toda la vida cuando apenas llevas compartiendo una copa de "Castelar" en alguno de sus santuarios favoritos, los bares.
Las carnes y derivados del cerdo conforman la base de su cocina, por lo que se podría derivar ciertos estragos en los cuerpos de los ciudadanos de Hornachos, y sin embargo las mujeres conservan buena linea y el sector masculino en cambio sufre un poquito esa ingesta de grasas. En definitiva el blanco pueblo de Hornachos merece una visita, un paseo por sus calles, sus empinadas cuestas para así ganarse un pasaje para la eternidad a través de la contemplación de sus excelsos y únicos atardeceres que podrían catalogarse como "Patrimonio de la Humanidad"......




A Maria José Aguilar. Elena Crespo, José Julián Hernández y Ana Villena, porque ellos me señalaron y condujeron al edén de Hornachos....Os querré siempre....


Fotos de Giovanni Tortosa.