viernes, 10 de octubre de 2008
"ANTONIO CORREA"
Sus ancestros familiares provienen de lugares dispares, como Málaga y la ciudad argentina de Mendoza. Un abuelo, que fuera gobernador civíl en la Málaga de princípios del siglo veinte, y una familia emparentada con reconocidos bodegueros, en la vinatera tierra mendocina.
Hombre de sólida educación y formación, con incursiones académicas en Francia y Suiza; sus juveniles convicciones ético-religiosas le hicieron coquetear con la idea de ser alguien en el seno de la iglesia. Aunque el mundo del arte le reservaria un lugar con el caminar del tiempo.
Antonio Correa, antes de llegar a consolidarse como marchante internacional, pasaría por épocas donde sus conocimientos gastronomicos le llevarian a regentar, junto a unos familiares, un encantador y delicioso restaurante ya desaparecido, y cuyo nombre era "La Vechia Roma". Posteriormente, y junto a Oscar Stocco, por aquél tiempo su socio veneciano, montarian un anticuario en la madrileña Plaza de San Ildefonso. La permanente ironía y el fino sentido del humor, le hacia autoproclamarse "chatarreros del barrio", en alusión a su condición de anticuarios.
La venta de antiguedades dejó paso a las ventas de Mirós, de Tápies, de Picassos; y atrás y como perdido en la "lontananza" quedaría la vieja y romántica Plaza de San Ildefonso, dando paso a la luminosa opulencia del barrio de Salamanca, como sede propicia para tan regias operaciones.
El excepticismo recorre el mapa de su rostro, a la vez que en sus ojos se atisba el cúmulo de belleza almacenada trás tantos años de manejar arte, la ironía su fiél aliada, y la cultura universal de quien ha vivido en las trastiendas del mercado artistico, la elegancia de sus gestos, unido a su humildad, hacen de Antonio un auténtico personaje "rara avis", en el transitar cotidiano y gris del otoño madrileño..........
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