jueves, 29 de agosto de 2019

CAYETANO, EL TORERO CASI PRINCIPE



    Cayetano Rivera es el último símbolo que nos queda de los llamados "toreros mediáticos", del "cuore" o prensa rosa. Retirados Jesulín, Manuel Díaz "El Cordobés" y su propio hermano Fran, sólo él tiene sobre su cabeza el cetro del mundo "fashion". Hasta algunos empresarios taurinos, cuando lo presentan en sus carteles, hablan de su potencialidad en las redes sociales y lo sitúan con cuatrocientos mil seguidores en Instagran. Eso sí, no hablan de sus capacidades como lidiador, al igual que se hace de otros compañeros de profesión.


  Desde jovencito seguía las temporadas taurinas de su hermano Fran. Era su fiel acompañante, con él podía vislumbrar los ritos sagrados de la tauromaquia, buscando las rémoras de sus ancestros como lo fueron Cayetano Ordóñez, conocido como "El Niño de la Palma", su bisabuelo, un torero de corta trayectoria profesional; de su abuelo, el magnánimo Antonio Ordóñez, de sus tíos, del genial Luis Miguel, de su padre Paquirri. Y también de esa manera participaba en los saraos post-corrida que se montaban en los hoteles cuando toreaba Fran, en loor de multitudes femeninas, ávidas de autógrafos, fotos, juergas flamencas o lo que se terciara con el guapo nieto de Antonio Ordóñez.


  Por eso, por tantos entusiasmos hacia el mayor de los hermanos Rivera desparramados a lo largo de las ferias españolas, a Cayetano tuvo que entrarle el fragor por hacerse torero. Y con veintiocho años, siendo asesorado por quien es su tío, el también torero Curro Vázquez, inició su andadura novilleríl que fue breve, lo suficiente como para poder acceder a la alternativa.
 
Curro Vázquez, tío y apoderado de Cayetano.

   De sus primeros años como matador, la prensa taurina apostaba por un torero de dinastía, (la mas extensa del planeta taurino) que tendría formas clásicas y un poquito mas de clase que su hermano. También se dijo de él que era un torero intermitente, con pasajes abúlicos, ausente, pero que atesoraba unas formas toreras de alto calibre. Tuvo "chispazos" en Madrid, de los denominados geniales que los críticos cantaron en sus medios informativos. 
  Cayetano se ha mantenido durante muchas temporadas en un discreto segundo plano en el panorama taurino. Esto, le viene bien pues no asume responsabilidades en grandes ferias. Eso lo deja para los Juli, Morante o Manzanares. En la temporada actual, la de 2019, el menor de la saga Rivera ha sido el triunfador en los "Sanfermines", así como otras ferias de menor fuste. Se le ve entonado, con muchas ganas, y aunque todavía no haya alcanzado el zenit de figura máxima, de los de mandar, su posición en la "Fiesta" es respetada por los taurinos.   
Cayetano, en el momento de cruzarse con el toro, en la denominada "suerte suprema".
   Triunfe más o triunfe menos, el respeto de muchos lo tendrá siempre; ser torero después de saber que tu padre lo mató un toro en la humilde plaza de Pozoblanco, de asumir la tragedia que aquello dejó en toda la torería no es cosa baladí, tiene un deje que roza lo heroico...

miércoles, 28 de agosto de 2019

TORRENTS-LLADÓ, AÑOS DESPUÉS


El pintor Torrents-Lladó en una fotografía de David Hamilton.

    Sólo tenía 47 años el pintor de Badalona, Joaquín Torrents-Lladó dejaba de existir por la complicación de un aneurisma de aorta. ¿Qué hubiera sido de su corta pero provechosa carrera artística, de no haber fallecido a esa edad? 

El pintor y profesor, en el claustro de entrada a su Escola Llibre, donde impartió clases a sus alumnos.Foto, Belart.
  Siempre será un enigma esa respuesta, pero sopesando el talento de este artista catalán y su innegable facilidad para vender su propia imagen, la respuesta no estaría en el viento, como versa la canción de Dylan, posiblemente hablaríamos de un consumado artista de caché y proyección universal. Ya lo era en su trepidante y polifacética vida, pero sus últimos años tuvieron mucho que ver con la cultura japonesa, y desde esa coyuntura su obra hubiese tomado una mayor dimensionalidad. 
Su fuerte siempre fue el retrato de personalidades de la política, actores, jefes de gobierno y algunos clientes particulares.

Pintando a Isabelle Huppert.

Por tanto, su actividad hubiese seguido en esa línea. Por otra parte, dedicaba su tiempo a la docencia, impartiendo su peculiar filosofía de entender el arte y que poco tenía que ver con las escuelas de bellas artes. El palacete de la calle Portela sería la sede de su afamada Escuela libre del Mediterráneo en Mallorca, y años después abría una sucursal en Barcelona.
Alumnos en plena sesión de retrato, en la Escuela Libre del Mediterráneo en Mallorca.Foto Belart.

   Composiciones, retratos y paisajes eran las temáticas de sus numerosas exposiciones. Si uno veía cualquiera de esas muestras, advertía que los retratos pertenecían a una técnica y un lenguaje pictórico que les acercaba a la tradición retratista del siglo XVII. Sin embargo, los paisajes y jardines eran obras en proceso de deconstrucción; destilaban un aire impresionista y se palpaba que aquello eran ejercicios donde su autor jugaba y experimentaba con texturas, efectos, y gamas de color que en los retratos no tenían cabida. Los retratos venían a ser trabajos sumamente elaborados, mientras que paisajes y composiciones pertenecían a un mundo mas liberado y no tan sujeto a las exigencias de un parecido casi fotográfico con respecto al modelo.
 
Sus clásicos paisajes de lugares mallorquines. Un impresionismo, que nada tiene que ver con sus retratos.

    Pasados los años desde su desaparición, ¿qué cotización tienen hoy sus obras? Hemos cotejado datos de algunas subastas donde han salido obras de Torrents-Lladó, y el resultado viene a ser de estabilidad; se podría decir que su "caché" no subió, pero tampoco bajó. Los precios que hoy rigen en torno a su pintura son muy parecidos a los que tuvieron en su venta inicial. Por otra parte, Torrents no fue un artista mimado por el sistema político, y hoy, si viviera tampoco tendría esa cobertura. Nuestro país, o mejor dicho nuestro sistema político nunca tuvo en consideración aquellos pintores de tendencia figurativa, y en este caso mucho menos, hacia un artista que se movía entre la jet-set internacional. Tampoco a Torrents le hacía falta esa coyuntura, ya que su potente clientela le bastaba para difundir su prolífica producción.

Retrato de Pino Patiño. Óleo sobre lienzo.

martes, 27 de agosto de 2019

LA TAUROMAQUIA DESNUDA DE UREÑA

    

    Desde lo sucedido en Madrid, en San Isidro 2019, Ureña ya no es el mismo. Antes, sus faenas apenas tenían ligazón, surgían pases de una gran calidad y torería y luego todo se diluía hasta que surgieran otros destellos.  A la hora del trance supremo, solía quedarse en la cara del toro, no pasaba la frontera. Pero en su estilo siempre primó la honradez y sencillez, puede que derivado de su propia personalidad: un torero que apenas hace gala de la egolatría que otros llevan por toneladas.

La cabeza hundida, el mentón encajado; es como un recuerdo "Belmontino".
   Le volví a ver este pasado 24 de agosto en Cieza, justo en la misma plaza que le viera como novillero sin caballos. Aquella lejana tarde me dejó la impronta de descubrir como un joven novillero manejaba las telas con la mano izquierda. Era primoroso; recuerdo perfectamente su faena a un novillo "santacolomeño" de Ana Romero. Dominó al encastado cárdeno, y en el aire de la plaza quedó un guiño de cara al futuro. Su carrera prosiguió, pero en su presente había un dilema: ser torero viviendo en Murcia era como intentar ser astronauta en Siria, por lo que un día apareció por el sevillano pueblo de Camas, y allí anduvo dando tumbos; nadie le conocía y dormía por ahí de cualquier manera, pero él insistía a quienes conocía que quería ser torero. Un banderillero se apiadó de él y empezó a llevarlo a tentaderos.


   Años y años teñidos de enorme grisura, de sufrir las incertidumbres de quien desea cristalizar sus sueños, pero frente a él queda todo un muro más firme que las bíblicas murallas de Jericó.
 Madrid, o más bien "Las Ventas" siempre fue su novia torera hasta que por fin reventó la flor de su tauromaquia pura, que nada tiene en común con aquellos que viven permanentemente "fuera de cacho", siendo los amos del cotarro taurino.

   El torero lorquino, que algo tiene de "lorquiano", aunque sea por aquello de Ignacio Sánchez Mejías a las cinco de la tarde; y por ese punto de tragedia que circunda su rostro encontró en la plaza madrileña el amor que tanto anhelaba su particular forma de entender el toreo. La comprensión ha sido absoluta, y su elevación al firmamento taurino se dio el pasado mayo, aunque todos sabemos que los amores de esa plaza no suelen durar mucho y los desamores se producen de forma irrevocable.
 Cuando regrese allí con vitola de figura será medido e inspeccionado con ansiedad, y ojalá Paco no sienta el frío acero de la intransigencia de este público y logre pasar a la historia como un torero predilecto de la afición madrileña.
 
También Paco sufrió un percance sin importancia. Cayetano Rivera acude rápido al quite.

  Mientras tanto, recorre la geografía taurina, de feria en feria, y siendo ya un firme valor del toreo eterno, del que mide muslos y asoma el pecho sin dar el paso atrás.


 Para el aficionado cabal, es una suerte comprobar que todavía quedan toreros con intenciones de seguir los vestigios de Belmonte, cuando se carga la suerte con el capote como lo hace Ureña, cuando se cierra una tanda de verónicas con una media de hacer crujir capote y toro al unísono.

  También es un lujo verle con la mano izquierda, dictando sinfonías en trazos infinitos que van quedando como sortilegios sobre la arena. En su ánimo hay un deseo de elaborar un toreo de pureza, exento de artimañas y trucos circenses; -cosa "rara avis" en tiempos de tauromaquias de falso oropel, de pura bisutería...