lunes, 27 de enero de 2020

"TANGOZANDO" EN RESTAURANTE-BAR MORRISON



Bar and Music Morrison cambió su filosofía rockera, genuina "Ruta 66", aunque sólo fuera por un día. Y los que somos irredentos tangueros, tuvimos un regalo fantástico, propiciado por el inefable Paco Morrison, el alma emergente del local, al contratar al dúo "Tangozando".

Paco Morrison en labores de reportero casero.

 Vivimos unas horas inolvidables al traspasar los umbrales del tiempo, que irremisiblemente nos llevaron hasta el Buenos Aires más canaya, el de La Boca, de los suburbios y arrabales, del piano de Oswaldo Pugliesse, de las creaciones de José María Conturci, de Lepera y Gardel, o el más reciente Astor Piazzolla; todo un universo tanguero que aterrizó en la ya mítica Macisvenda de mano de estos artistas.
 
Marcelo Duba y Ana I.García Ortiz a los teclados.

Marcelo Duba canta tangos, pero también podría hacerlo en una compañía de ópera como barítono. Su voz excede al clásico intérprete tanguero, de voz quebrada y cavernosa, como "aguardentada"; exenta del lirismo y los finamente agudos que Marcelo imprime a su coloratura vocal. 
Entre Marcelo y Ana García Ortiz se intuye la complicidad de dos músicos emparentados con la química pasional que destila el tango. Ella, pone toda su técnica en los teclados, a la vez que su interpretación le otorga destellos de cierta genialidad.
En una noche gélida de sábado, de nieblas con texturas parisinas, el interior de Morrison restaurante se convirtió en una tangueria porteña, donde los quejidos lastimeros del tango se hicieron obra presente entre recuerdos de Hugo del Carril, Alberto Podestá, Libertad Lamarque, Anibal Troylo y tantos otros espíritus que navegan a ritmo de bandoneón.

 

miércoles, 15 de enero de 2020

MAVI MARTINEZ RIVERA "el perfume de los libros"


Mavi Martinez Rivera, en una foto del diario La verdad.

Su nombre es Mavi, que se asemeja a Ces´t Ma Víe, la mítica canción francesa, aunque nada tengan que ver, pero asociar su nombre a una leyenda musical tiene su punto. Y por hablar de le France, a Mavi se le podría ver subiendo las escalinatas para llegar a la Place du Tertre en Montmartre, para así envolverse en la atmósfera de gris platino invernal, entre pintores, viejos y decadentes cafés, anticuarios y una nota de aires bohemios que persiste en el ambiente. Pero, también se le puede intuir entre perfumes, escogiendo aquellos que puedan maridar con sus libros, esos libros que ella tanto ama; pues sí, Mavi en uno de los grandes comercios perfumistas de los Champs Elysses del reluciente París. O tal vez, paseando por la madrileña Cuesta de Moyano, a la búsqueda de algún raro ejemplar entre sus puestos.
De sonrisa intermitente, su voz tiene matices con tintes andaluces que le confieren cierto exotismo; cabellos oscuros con reflejos ambarinos y la tersura de una piel clara con matices sonrosados, una mujer murciana de tierra adentro, viste su cuerpo delgado y elegante con ligera informalidad, siempre con alguna pincelada fashion como unos botines de piel de serpiente. Su mirada, a veces "de águila" y casi siempre sosegada;  Mavi parece, a simple vista una mujer de altas tensiones, de actividad incesante; aunque luego, tomando un té transfiera una sensación de absoluta calma, como de atardecer bajo unos entoldados frente a las playas alicantinas del Postiguet.
Así es Mavi, una joven mujer henchida de romanticismo por los libros, y por tanto amor a ellos ahora supervisa la biblioteca de Mahoya, una pedanía murciana de Abanilla, donde las tareas del campo presiden la cotidianidad de tan escasa población  mientras el tedio y la grisura, -que diría Josep Pla-, dominan el escenario del día a día.
Como toda mujer idealista, ella sueña con un mundo culturizado, donde las personas construyan un artesonado de conocimientos, en base a la lectura; y que todo ello les haga libres. Aunque Mavi también sea consciente que todos los gobiernos, sean de cariz religioso o funcionarial, da lo mismo el color que tengan, necesitan un control "orweliano" del personal y prefieren que éstos sigan durmiendo la larga siesta y de esa manera nadie despierte a las realidades mas intrínsecas del existir, mantenerlos controlados, y si de paso te inoculan una ideología, pues ideal para ellos. En el "reality" mas visionado en España, ya saben, esa siniestra casa atiborrada de cámaras y micrófonos, donde moran una panda de vagos a los que les pagan importantes cantidades por eso mismo: hacer de vagos; pues en dicho espacio que ya cumple veinte años, a nadie se le ocurrió llevar entre sus enseres personales un libro. Nadie jamás osó leer mientras dura la "larga penitencia" ¡ni tan siquiera un simple y vulgar panfleto! Así están las cosas en esta decadente Hispania; no se le ocurra a usted hablar de Jorge Luis Borges, creerán que se trata de una marca de aceite; y si habla de la "masonería" que está detrás del poder, igual piensan que se trata de una colección de mesones al estilo de los que cohabitan en la Plaza Mayor de Madrid. Los libros siempre estuvieron en la cuerda floja, y para muchos representaban verdaderos peligros; por algo un pirómano prendió fuego a la excelsa Biblioteca de Alejandria, y tantos textos desaparecieron en la Edad Media, y en otras épocas. En esta realidad, se nos antoja que Mavi es un poco heroína en tiempos de alto desapego hacia el aroma que destilan encunables, libros antiguos o cualquier libelo que nos regale unos minutos de puro ensueño....
Un ensueño como "El Principito", uno de los más bellos libros de siempre; por ello, tengamos al menos un pequeño guiño por él:
  Le petit prince. Gérard Lenorman. 
 

viernes, 10 de enero de 2020

ALEXIA CASTILLO, CRONISTA DE ENSUEÑO


 En sus manos hubo un gran toro con el que tuvo detalles agradables a los parroquianos y sin embargo no redondeó ni la faena, ni la tarde. Dos aparatosos tumbos ya calentaban las manos del público, que hoy nuevamente salió hablando de toros. Pésimamente lidiado en el segundo tercio, banderillas que solo cumplieron sin llegar ser nada del otro mundo. Pero no hubo entendimiento entre las partes. El diálogo tenía bemoles y aunque se trataba de llegar a un acuerdo, éste no existió y dejó ver estos meses de ayuno que hoy repercutieron para mal.
Digamos que fue un romance arrebatado. No había tersura en sus manos, como el amante desenfrenado que deja la galantería para otro momento y sucumbe ante sus pasiones aprisionando cada trozo de piel, estrujándole convencido de que si no lo hace, ese brillante ser se esfumará sin dejar más que el aroma de lirios y azucenas en las frías sábanas de seda...
 Después de leer este párrafo, uno no sabe si está frente a un cronista taurino, un narrador épico, un poeta intemporal; ¡quién sabe!
 Alexia Castillo se rebela como una apasionada de la atmósfera taurina, sabedora de trucos y oficios de lidiadores, de sentir la torería casi intimista, alejada de los murmullos públicos, de los ruidos ambientales; y eso mismo es lo que transmiten sus sentidas crónicas, muchas de ellas desde la Monumental méxicana. Por tanto sentimiento, leer a Alexia es como ingerir un licor endulzador; es un bálsamo espiritual para los aquerenciados de la tauromaquia. Sus palabras podrían ser hasta ecos póstumos de Rodolfo Rodríguez "El Pana", que con su verbo cálido hacía diana en los corazones del personal. Posiblemente, ella recogió los estigmas de la memoria del genio de Apizaco, para desgranarlas a través de su prosa que habla de héroes en redondeles que se tiñen de oro y sangre al caer de la tarde.

jueves, 9 de enero de 2020

LA MASCULINIDAD DEL TORO BRAVO

 
 El torero «Cara-Ancha» fue uno de sus propietarios y el también torero Antonio Sánchez sería uno de los últimos y quien legara su nombre a la taberna. En otros tiempos fue un establecimiento donde se celebraban las mejores tertulias entre artistas, intelectuales y gentes del toro. Tres siglos viajaron por sus paredes forradas en madera y alguna que otra cabeza de toro contempla a los clientes desde las alturas. Retratos de toreros con patillas de hacha complementan la decoración. Como ya conocerán muchos lectores aficionados, nos encontramos en el universo taurómaco que es la Taberna de Antonio Sánchez en Madrid. Acompañado por una excelsa amante de la tauromaquia,  entresijos históricos, y las peculiaridades de la taberna más antigua de Madrid.
L´ amour des amours, es decir Amélie, nacida en Francia, de padre extremeño, es antropóloga y sobretodo una singular aficionada a los toros, me hablaba del potencial energético de éstos, de su singular carga genésica. «En una plaza de toros, ni mil hombres que hayan, poseen la gigantesca virilidad que dimana el toro; todo queda empequeñecido ante ese volcán de masculinidad que es el toro, por eso los toreros encarnan y representan la esencia femenina en esa lucha inicial con el capote, y que luego irá transformándose en el transcurrir de la lidia«; -así expresaba Amélie su tesis, mientras tomábamos unas copas con manzanilla de Jerez.
A través de sus pupilas de azul mediterráneo, Amélie me hizo viajar a su particular cosmos, donde la tauromaquia es como un altar mayor donde se veneran sus esencias ancestrales, hasta llegar al Minotauro en la isla de Creta. Al cabo de unos minutos de estar sentados en la emblemática taberna, me hizo la sugerencia de posar junto a ella debajo de la cabeza del toro de la alternativa de Antonio Sánchez. Me aseguró que estar cerca de un toro, aunque éste ya no tenga vida, refrendaba esa suerte de sortilegio fetichista que podría influir como un potenciador de virilidad. Así que, no dudé un segundo en hacerme unas fotos  debajo de tan portentosa cabeza. Era como estar coronados y a la vez recibir una bendición de los dioses solares.
Ella fantasea continuamente con el «Siglo de Oro» español, y se emociona al escuchar la «Marsellesa» o «Suspiros de España» y le fascina el olor del tabaco puro en las plazas de toros; -dice que es de lo más erótico; como sentir las puestas en escena del banderillero Fernando Sánchez, o paladear los lances de capote de Morante de la Puebla, o las estocadas de Manzanares, aunque ella se reconozca profundamente torista, y las plazas del sur francés sean sus querencias como Vic-Fezensac, Dax, Ceret, Istres…
«España sigue siendo un lugar secular, divertido, único por su carácter, tradiciones e historia. Aunque en Japón hayan más aficionados al flamenco que en toda Andalucía», -me dice con cierta sorna. Al respecto de las nuevas generaciones, apenas tiene esperanzas y no daría por ellos ni un céntimo de euro: «me dan pena, provienen de la era del plástico ¿tú crees que pueden valorar este entorno de maderas nobles y el poso que los siglos han dejado aquí?;  ¡si ni tan siquiera saben de dónde proceden el pollo y los huevos que comen, creen que son productos de laboratorios! ¡Sólo les preocupa competir en quienes llevan más centímetros de piel tatuada!  En ese marco, donde un IPhone o una Tablet son sus principales fines, es un verdadero milagro saber que existen chavales que sueñan con una cultura ancestral como es la tauromaquia, y no dudan en  jugarse la vida en un redondel frente a una fiera, al menos me parecen héroes en todo este extraño contexto»…
-¿Que opinión tienes del aficionado español, en que aspectos difiere del aficionado francés?
-En España el aficionado mayoritario sigue siendo torerista, es partidario de un determinado torero, aunque en los últimos tiempos son bastantes los aficionados preocupados por la casta y en cierta medida por los encastes minoritarios. El aficionado francés tiene una visión generalista del espectáculo y otorga primacía al toro; el torero queda en segundo lugar. Salvo Nimes, el nivel torista que tienen las plazas francesas es muy elevado.
Amélie habla en tono distendido, sin intención de anatemizar nada, con un ligero toque de fina ironía. Y siempre, sazonando de humor sus comentarios filosóficos: «En España los políticos sufren el problema de la falta de casta, -al igual que muchas ganaderías-, los que llegan a la labor de primeros ministros apenas demuestran talento y bravura para conducir este país maravilloso, podríamos decir que la mansedumbre va inherente a su condición; el anterior ejercía de «don Tancredo» y el que hay ahora, basa todo su escaso caudal intelectualoíde en sacar un cadáver para llevarlo a otro sitio». «Si a estos individuos los sacas de la política, serían un fracaso en la vida real; no servirían ni para ser jefes de sección en unos grandes almacenes».
Mi amiga hispano-francesa tiene sus criterios en torno a los anti-taurinos: «Siempre los hubo; si nos remitimos al siglo diecinueve, los había en buen número: periodistas, escritores, intelectuales, etc. Pero al menos conocían y sabían de que iba el espectáculo, eran educados y nunca insultaban a nadie; al contrario de los actuales, que son absolutos desconocedores de la tauromaquia; jamás pisaron una plaza de toros y se muestran agresivos, fanatizados…»
«La masculinidad del toro molesta a los progres»-me suelta a bocajarro, mientras mete en su boca un delicioso trozo de tortillita de camarones. «No todo es ese animalismo de mascota imperante que nos quieren hacer ver; las formas, las puestas en escena de este espectáculo molestan a sus detractores». «La Tauromaquia es la última religión pagana que nos queda; y tal vez por esa carga religiosa resulta onerosa  para cierta gente”. «Y porque al parecer ser hombre está casi criminalizado por esta histérica clase dirigente, salvo que el hombre sea musulmán o de otra religión; lo taurino se sitúa en primera línea por la pureza de sus argumentos en un mundo que pretenden sea andrógino, intentan derribar lo masculino y femenino para crear una sociedad híbrida y decadente; y fíjate que no descubrieron nada nuevo, ya Leonardo pintaba seres andróginos en su tiempo, en el siglo catorce. Van de ilustrados estos ingenieros sociales, y sólo son unos ignorantes de la historia…»
“Hay otros, como los dirigentes del Prado, que pretenden cambiar la propia historia, porque les molesta que uno de los genios españoles como Francisco de Goya fuera amante de la tauromaquia.  Acaban de otorgar al genial pintor aragonés la etiqueta de «anti-taurino», cuando fue torero en sus años jóvenes, amigo de muchos lidiadores como Martincho, los Romeros de Ronda o Pepe-Hillo, dedicando una de las mejores porciones de su talento a la tauromaquia. ¡Cualquier día tildarán a Picasso o al mismo Goya de gays! ¡Precisamente, dos personajes que  acumularían mas amantes femeninas que el propio Casanova!…Ya sabemos que una parte de España siempre tuvo ese componente de autodestrucción, y la inquina que mostró a sus grandes creadores».
«La vida es un inmenso vodevil, ni siquiera teatro serio, y los políticos parecen haber desembarcado procedentes de otro planeta. El día que encuentre a alguien que haya leído por entero el Apocalipsis y hubiese sacado alguna consecuencia; -¡que sería como intentar comprender un cuadro de Tàpies!- entonces me lo tomaré en serio…Te digo esto, porque nadie logra pasar de las primeras veinte páginas en ese terrorífico libro, ¡que para colmo fue escrito en la idílica isla griega de Patmos!»…
Apocalipsis, rabo de toro al vino tinto, jamón ibérico sobre tomate triturado, y la contagiosa risa de una mujer que lleva la alegría por bandera,  deliciosa y sabia Amélie, portento de una aquilatada cultura envuelta en un cuerpo de indudable trapío; porque a ella al contrario que a otras y al igual que Catherine Deneuve, los piropos le fascinan. Encontrar una mujer de semejante perfil no es cosa baladí. Gracias Amélie por desgranar tu fascinante filosofía ¡a la espera que resuenen las archi-anunciadas trompetas del Apocalipsis, y que nos pillen con unas copas de fino jerezano en las manos!…