martes, 30 de agosto de 2022

"San Agustín", un gran referente en Jumilla

 


 Los que conocimos el viejo "San Agustín (local adyacente al actual), sabíamos que aquel restaurante reunía las mejores condiciones para triunfar: una gran calidad en su producto, elaboración esmerada, un servicio pleno de agrado personal, y especialmente una cocina que no quedaba estancada, siempre buscaba nuevos horizontes. El binomio calidad-precio era muy bueno. Y para nuestro gusto, también era el restaurante que mejor miraba y potenciaba los vinos de la tierra.

Ahora, "San Agustín" es toda una referencia en la gastronomía jumillana y fuera de Jumilla. Los diversos comedores rebosan un ambiente pletórico de gentes ávidas por vivir experiencias agradables y refrescantes a través de sus platos. La enorme barra de bar, capitaneada por Patrón Gilar siempre está pertrechada por aquellos que gustan de unas consumiciones con aires más informales. En realidad, todos buscan el sentirse recofortados por una atmósfera positiva y seductora.

Mis acompañantes y yo elegimos una especie de "menú degustación" marca de la casa. Nada más aterrizar el primer plato, los tres nos miramos con verdadera satisfacción y con un ligero guiño: El "Pulpo de roca a la parrilla" que Pedro Piqueras había presentado nos supo a gloria. Dicho pulpo protagonizaba una composición entre patatas deshilachadas y de corte fino, todo ello sumergido en una emulsión casi cristalina donde afloraban toques de pimentón, aceite y sal de vino tinto. ¡Un verdadero lujo para los sentidos!

 


Lo siguiente fue un calamar a la plancha. Todo un clásico, bien de sabor, pero que al ir después del consabido pulpo nos parecía una cosa menor. Evidentemente, el protagonismo del "Pulpo de roca" se hizo muy presente durante el resto de la comida, ya que era un plato con mucho fondo; muy bien estructurado, una obra de pura orfebrería.

 


Otro clásico de la casa asomó entre los manteles: "Queso frito con toques de confituras". Un plato pleno de sencillez y con sabores claros, diáfanos.

 


Diríamos que las "Delicias de bacalao", estarían en la misma escala del anterior.

 


Otro plato muy bien ensamblado y con diversos matices fue el denominado como "Ración de tomate con capellán", aderezado con un buen aceite de oliva, aceitunas y rematado con unos trozos de ventresca de atún. Sabores amplios y refrescantes.

 


Una buena "Fritura de pescado" precedió a unas "Chuletillas de cabrito frito con ajos".

 


 


Los postres de elaboración casera nos dejaron un regusto amplio, generoso, de unos sabores aterciopelados por su gran suavidad. Habíamos elegido "Tarta de la abuela" y "Crema catalana". Ambos tenían el sello de lo auténtico.

 


A sugerencia del sumiller Piqueras, acompañamos con unas copas de blanco "Pino doncel" y de tinto "Las chovas"


Como si de un concurso se tratara, mis acompañantes y yo, al final de la comida decidimos por unanimidad proclamar el adorado "pulpo roquero" como plato estrella del evento. Un plato que nos hizo vibrar, y eso no sucede todas las veces que uno come en un restaurante. Pero también nos preguntamos el por qué esta fantástica combinación no aparecía en cuarto o quinto lugar, que hubiese tenido otros platos como teloneros.

La clientela de San Agustín son conocedores de los talentos musicales de la familia. Pedro Piqueras fue músico y ahora, sus hijos también lo son; y uno piensa si el "Coro de esclavos" de Nabucco ("Va pensiero") apareciera nada más comenzar la obra. Evidentemente la trama perdería fuerza y misterio. Toda obra musical tiene una línea de inicio plana, y que va "in crescendo" a medida que se desarrolla.

Por ello, y desde nuestro humilde blog hacemos esta sugerencia a la familia Gilar-Piqueras: que combinen el sentido y técnica musical con la gastronomía. Los resultados, en especial la puesta en escena de los platos que con suma maestría elabora Ana María Gilar tendrían mayor énfasis en el comensal.

Agradecemos la buena acogida, el trato familiar de camareros, y la enorme empatía de la familia Gilar-Piqueras. En la imagen siguiente: el eternamente joven Juan Riquelme; Ana Belén Tortosa, y Pedro Piqueras.