El maestro Rogelio en su palco privado del teatro "Cervantes" de Abaran.
Hubiese vivido placidamente en el Madrid del compositor Barbieri; rezumante de casticismo, entre chulaponas,chisperos y toda la bizarría andante y donde las mozas suspiraban fulgores eróticos ante el sex-simbol de la época: el torero andaluz Pepe-Hillo.
Rogelio Gil Serna leyendo uno de sus poemas.
El "maestro"; como se le conoce en su entorno es todo un recreador de emociones plásticas, donde un bastisimo crisol de técnicas artísticas lo sitúan como hombre renacentista; eso que se conocía como "cultura universal". Pintor de regusto clasicista; inspirado en las oscuridades de ciertos barrocos españoles; un músico-pintor que ha llenado de silencios sus adobados bodegones; cultivador de poesía y siempre habitante del planeta lírico, como compositor, ejecutante y director de orquesta. Aparte de haber sido fundador de varias compañias de zarzuela; conferenciante y sobre todo poseer un extremado refinamiento como "catador musical".
La vida cotidiana del maestro Rogelio esta revestida de pequeñas liturgias: nada mas levantarse se sitúa frente al armario-vestidor, como quien rinde pleitesía a un icono. No es tarea fácil escoger el traje y corbata que ese día va a lucir. Porque el es un adalid del buen vivir, un fetichista de la vida. Cuando sus ojos se iluminan y una pequeña y sutil mueca en sus labios subraya el placer sentido al escuchar desde su palco regio "O mio bambino caro" por la joven soprano Verónica Tello. Después y una vez acabada la función, saldrá del delicioso teatro "Cervantes"; -que es uno de esos teatro-bombonera que todavía perviven-; se colocara su gran capa negra, foulard y sombrero mientras su chofer le posibilita el acceso al coche que ese día le transportara hasta su domicilio.
El maestro, situado a la derecha junto a su sobrino, el desaparecido cantante Angelo y un amigo común
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Llegara el día donde el maestro se transforme en pájaro libidinoso; -cual vampiro moderno-, para otear y sentir desde las cresterías de algún convento cercano, a la hora del rezo de "maitines"; las voces seráficas de sus ultimas novicias, haciendo las delicias de un privilegiado "voyeur" como el....
Giovanni R.Tortosa
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