jueves, 4 de abril de 2019

CARMEN TEMIÑO "POESIAS CON ALMA BLANCA"

   

   Carmina o Carmen Temiño pertenece por derecho propio a la Castilla segoviana; su lugar primigenio fue Juarros de Voltoya, un paradisiaco lugar repleto de abedules, alcornoques y pinos circundados mágicamente por el río Voltoya. Allí creció, para después vivir en otro singular enclave: Nava de la Asunción, donde estudiaría. 

      Como una Penélope más
tejo y destejo sueños,
hago y deshago la madeja 
de mis secretos deseos,
de esos hermosos momentos
que forman mi universo sin límite,
un universo sin forma, sin nombre intangible.
  Soy la nueva Penélope que cada noche
construye un universo y teje
la gran madeja de sus sueños...

Un rostro repleto de romanticismo.

    La poesía fue siempre su leit-motiv, una actitud literaria que le ha servido para refrendar su enorme sensibilidad de mujer de otras épocas. Carmina parecía una de esas esencias que habitan en cualquier buhardilla o "sobrao" como se dice por Segovia. Entre cachivaches y antigüedades, ella podría convivir en aquellas atmósferas donde el tiempo se congeló, y entre todos esos enseres, un puñado de poemas aromados de rosas. Apenas ha publicado sus obras; en lontananza quedaron algunos poemas en la revista segoviana "Claraboya".
 
Segovia, un lugar ideal para poetas como Carmen Temiño.

    Yo quería ser payaso pero al final...
ya veis, no tuve valor
para ponerme una nariz de plástico
un par de zapatones viejos
y meterme un gran reloj, sin números
sin manecillas, en el bolsillo de mi chaleco.
  Yo quería ser payaso, sí, echarme a la calle
a llenar de sonrisas la existencia 
de los demás,
el tiempo amargo, las horas negras
y apartar un poco de su conciencia 
el gran vacío de la realidad.
   Y aquí me tenéis; no he conseguido
ni siquiera ser payaso para sí mismo...
  Yo quería ser payaso,
pero se torció el destino...
 
Carmina, en los ochenta, en pleno corazón de Segovia.

    Carmen enraizó su vida con Narciso, un extremeño conquistador de su corazón y de ahí una vida diferente, dos hijos, una cotidianidad laboral, y la poesía siempre presente...

    Hasta mí no llegan los ecos del Carnaval,
pero se adivinan allí,
en el corazón de la ciudad
latiendo
como la sangre de sus personajes.
   Brujas, cowboys, ángeles, demonios,
sevillanas, bandoleros, hadas madrinas,
novios y novias.
   Cada cuál por una noche,
será lo que siempre quiso y no pudo.
   Es la magia del Carnaval que nos disfraza
de un Sueño,
de una Ilusión,
de un Deseo...
    
 

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