martes, 29 de diciembre de 2020

EL ARTE DE VIVIR (ROGELIO GIL-SERNA)

 


--"Señora, si alguien de la compañía exige mi presencia, dígale que estoy en el bar de enfrente"-- 

Esta era la respuesta dada por el maestro musical Rogelio Gil-Serna a la portera del teatro Vico de Jumilla, cuando ésta le impidió la entrada al teatro, a escasos minutos del comienzo de la representación.
Al final, el maestro pudo entrar al teatro y dirigir la zarzuela programada, y la portera le pidió disculpas por su error. --"No se preocupe señora, vaya y tómese un vino, que le invito con mucho gusto; es una de las cosas más graciosas que me han pasado"--. Esta es una de las centenares de anécdotas vividas por el inefable, infalsificable y genial Rogelio Gil-Serna. Pintor, profesor, poeta, compositor y director de orquesta; un hombre nacido para el disfrute de los sentidos, para ser un hedonista de la vida; un dandy y señor, quizá perteneciente a otra época, donde los valores éticos presidían la existencia.

Hace unos años, alguien le preguntaba: --"maestro, ¿que suele hacer cada día?" A lo que Rogelio respondió: --"joven, nada más levantarme acudo a mi armario para elegir el traje que llevaré ese día; a partir de ahí puede suceder cualquier cosa..." En la actualidad el maestro Gil-Serna se deja ver por la Era, ese lugar entrañable y único para cualquier abaranero. Y lo hace a bordo de su precioso descapotable, con ritmo cadencioso, al igual que lo hiciera un torero a la hora del paseíllo. Foulard al viento, sombrero "borsalino", pajarita azul eléctrico y gafas al puro estilo Marcello Mastroianni. Luego, tomará asiento en alguna de las terrazas frente a la plaza de toros, y dejará que su mente divague mientras toma una cerveza. Una catarata de recuerdos aflorarán, dibujando vivencias pretéritas en el cine de verano o las tardes septembrinas de feria en el antiguo coso de la Era, que no el de ahora que es mucho más moderno, y por ello anda falto de historia.

Este año el maestro no tiene una ópera o zarzuela que llevarse a la boca. La coqueta bombonera que es el teatro Cervantes, viene a ser su segunda casa. Allí ha dirigido a varias compañías locales, de las que fue su fundador; y también disfruta desde su palco, con placa incluida que el ayuntamiento tuvo a gala dedicarle. --¡Cómo querrán que se laven las manos veinte veces al día, si ni siquiera tienen agua para beber! Se refería a los africanos, y a esa praxis sanitaria, que a veces se hace absurda y que los gobiernos del absurdo quieren aplicar sobre la población.

Escuchar los razonamientos filosóficos, sazonados de ironía y sarcasmo del maestro, son todo un bálsamo y un brindis a la inteligencia en un país como España, abocado a la obediencia pastoril como si de un rebaño se tratara ante unos catetos, minusválidos mentales con patente de horteras-nuevos ricos que muestra la tropa gubernativa. ¡Un bravo por el talento de personas-personajes como Rogelio!... ¡Con él la vida rezuma frescura, a la par que sobre una copa resbalan gotas de sabiduría con ecos de un ágora griega!...

 

 

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