Era la primera vez que veía sobre un escenario a Carlos Luna. Y fue concretamente en la población alicantina de Sax; puedo decir que quedé tremendamente impresionado. Dicen los entendidos que hacer drama sobre un escenario no es tan difícil, que realmente lo complicado es hacer reir, y Carlos lo consigue durante todo el tiempo de su actuación y que nos parece tán breve. No hay frase en su repertorio que no produzca hilaridad y contagiosa risa en el público, siempre espectante al discurso del cómico de Santander. Un humor basado en la cotidianidad de las gentes, que hace continuos guiños a las diferentes comunidades españolas y que nunca es grosero ni zafio; es humor inteligente aromatizado con toques picantes, expresado con suma gracia por Carlos. Es al final de su actuación cuando su talento queda reafirmado y potenciado, en una catarsis que produce en el espectador que asiste atónito al ritual de transformista, donde los ademanes, los "tics" femeninos, los oropeles de su indumentaria quedan atrás, esfumados entre los focos y sombras, para alumbrar en "in-crescendo" al gran actor-hombre que Carlos lleva consigo. El público puesto en pie rinde tributo con su aplauso al talento imnato, al trabajo de un actor con mayúsculas, mientras la música nos hace recordar las noches parisinas de Pigalle, de Montmatre, de todos los sueños y soledades, amores, frustraciones y fracasos que siempre irán cosidos al corazón de un artista........
Fotografias de Carlos Luna y Giovanni Tortosa.
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