martes, 16 de junio de 2009

PEDRO CANO


Nació en Blanca (Murcia), como pudo hacerlo en Patmos, Creta o Bríndisi, y ser marcado por la constelación de Leo podría ser vitál en su trayectoria futura. Por tanto, las bendiciones del dios solar fueron determinantes, poniendo a la vez cierto énfasis a su mediterraneidad bien merecida y ganada. Los primeros colores llegarian a sus manos para intentar despistar el recuerdo todavía fresco de la muerte del padre, cuando todavía se es niño. Una profesora valenciana, de vacaciones en el pueblo, le haria ver y concianciar tanto a el como a su familia, de la posibilidad de cristalizar en vocación artistica lo que empezó siendo un juego. Arribar en Madrid sería el paso posterior, y en la escuela de San Fernando todavia pululaba un profesor manchego llamado Antonio López, y que años más tarde abandonaria la docencia por un buen contrato con la galeria norteamericana Malborough. Para Pedro, tanto López como Juan Barjola serian dos referentes en aquella escuela. Y tener de compañera de caballete a una tál Contreras, tampoco era mala cosa; se trataba de una de las hijas del ilustre segoviano Marqués de Lozoya.

Ganar una beca y ser pensionado en Roma, fué más que un premio a un buen estudiante, un sortilegio del destino que le abria las puertas de una luz romana que se haría omnipresente en su obra. Evidentemente aquello en nada tenia que ver con la España macilenta y grisácea dejada atrás......"Imágenes de Vida y Muerte" sería una de sus primeras muestras individuales, en la ya desaparecida galeria Zero de Murcia. Pedro ofrecia unas dotes de virtuosismo en el dibujo poco frecuentes. Aunque algunas de aquellas obras tenian una frialdad marmórea, la prolija exibición dibujística, hacia de ellas todo un espectáculo íntimo para paladares exquisitos. Masaccio y Piero della Francesca serian sus amores pictóricos en la abigarrada Italia, especialmente della Francesca al que convertiría en inseparable y fiél amigo. A la vez que el "neorrealismo italiano" bien expresado en su cine, a través de Vittorio de Sica, Visconti, Antonioni, etc tendrían una clara influencia en su obra futura....

Comprar un perfume le hizo conocer a Patrizia, mujer romana de romana y elocuente belleza, con quien compartiría vida durante algunos años. Anguillara, pueblecito de pescadores, rodeado de un lago a escasos treinta kms. de Roma, vendría ser a la postre su lugar de residencia, mientras la galeria Giulia, su escaparate romano durante tantos años. Y los viajes, toda una constante en su vida. Y aunque Pedro viajara y pintara en paises sudamericanos o en la altisonante N.York sus obras siempre destilarán los aromas a tomillo, almizcle, anís, limoneros y naranjos en flor, plateados olivos, los olores del puerto de Patras, la luz del Egeo con sonidos y voz de Maria Farandouri, los amaneceres blanquisimos de Santorini.......

Pedro ha sabido vender su mensaje, su obra, como sólo saben hacer los italianos, con refinamiento y esa imnata elegancia propia de este pueblo. Su verbo fluido, su comunicar directo y sin subterfugios le ha otorgado primacia en el devenir de su profesión. También es cierto que su obra llegó al grán reconocimiento público, cuando esta se hizo más delgada, dejando atrás las complejas composiciones y las calidades texturales de sus primeras épocas, para hacerse más ligeras, menos profundas. Y es que no sólo bastan las lisonjas, las adulaciones, el saberse buen artista, la creatividad fecunda...

Actualmente són muchos los pintores, especialmente acuarelistas, los que han sido "vampirizados" por el buen hacer de Pedro Cano, y siguen las directrices de sus elaboradas técnicas........

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