lunes, 7 de noviembre de 2022

RESTAURANTE "UMBRÍA"

 Nada más entrar en el restaurante  "Umbría" percibimos un halo de recogimiento, dado a su decoración austera, donde piedra y madera confieren un encanto intimista. Su iluminación es perfecta, a diferencia de otros locales de su entorno. Y no deja de ser curiosa su arquitectura exterior, donde uno de sus vértices nos recuerda alguna que otra iglesia del periodo románico. El salón principal luce algunos objetos de época y también pinturas de María Jesús Castañeda y del pintor local Rafael Terrés.

 


El local se encuentra a unos metros del balneario Fortuna-Leana, en la carretera comarcal de Fortuna a Pinoso. También dispone de una terracita, ideal para días de primavera y verano, que mira en dirección a este mágico enclave teñido de vetustos pinos y que cobija el hotel más antiguo de toda la provincia de Murcia.

 


De primer plato apareció un exquisito pulpo a la gallega, realmente meloso, suave y bien condimentado. Cada cuál tiene un criterio sobre estas preparaciones de pulpo; hay quienes prefieren un producto más carnoso y de textura amplia. En este caso podríamos decir aquello "que estaba al dente".

 


Un plato de jamón y queso secundó la escena junto a unas tostadas de tomate, para dar paso a una elaboración de Sepia a la plancha, perfumada con una emulsión de aceite y ajo. Realmente atractivo.

 



Entre carne y pescado, mi acompañante y yo nos decantamos por el pescado. Pero nos dijeron que no tenían, y ese detalle nos gustó, y digo esto porque los productos que sirven son de mercado, frescos. En otro lugar nos hubieran colocado cualquier congelado sin más. Acompañamos con unas copas de Rueda y una ensalada de la casa fue suficiente para esta comida ligeramente informal.

 


Como de costumbre pedimos postres caseros, y con ellos llegó lo mejor de la comida: mi acompañante y yo pedimos sendas tartas de queso. Fueron todo un dechado de fantasía en el paladar. Sólo por estos postres mereció la pena visitar este local. No siempre aparece un plato que te haga pellizcar de emoción, y eso fue lo que sucedió.

 


Dimos por concluido el evento, después de ingerir un par de infusiones. El tiempo voló en este magnífico lugar; habían transcurrido tres horas sin que fuésemos conscientes de ello, quizás imbuidos por la atmósfera que emana el restaurante, bien comandado por sus propietarios, los hermanos Isabel y Juan. Podemos afirmar que calidad y precio fueron bastante acordes.


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