domingo, 26 de abril de 2020

PASCUAL CAMPOS, EL PLACER DE PINTAR

Uno de los últimos trabajos de Campos.

Pascual Campos lleva casi toda su vida, entre vetustos marcos, olores de trementina, betunes de Judea, pinceles, y sobre todo un fino olfato de buen gusto para elaborar sus diversos trabajos.
 
La Cieza más antigua, se cuela en los lienzos de Pascual.

En los talleres de enmarcación de la actuál galería "Efe Serrano" de Cieza, Pascual ha sido el alma que ha dinamizado durante décadas los aquilatados trabajos que de allí salian. Su refinamiento artístico siempre estuvo al servicio de los enmarcados de esa casa. 
 
Flores; un motivo para la inspiración de su autor.

 En la actualidad, Pascual preside su propio taller, donde su sensibilidad se proyecta en trabajos de restauración. De figura esbelta, de trazas atléticas, delgado, con apariencias de monje tibetano y ojos ligeramente orientales; se percibe a un espíritu calmado, que ahonda y busca la paz interior. Pero, la pintura, siempre fue una esencia que estuvo inherente a su vida. La practicara más o menos, pero estaba latente en su vivir cotidiano. En las imágenes que hemos seleccionado, podemos intuir su disfrute en la ejecución de unas obras donde la luz casi nívea, irradia en las composiciones, en su mayoría con temas florales. 
 
El retrato también está presente en su obra.

Los fuertes empastes producen efectos de relieve, creando texturas de una gran belleza. Después llegarán veladuras tenues, que pondrán la magia final, con un resultado donde la técnica de acuarela se funde con el óleo. Quienes tenemos el arte pictórico como sostén de nuestra vida, de inmediato sabemos calibrar si el autor de una obra, tuvo emociones o sin embargo se mantuvo ajeno a ello, a la hora de realizar ésta. En el caso de Pascual Campos, se percibe el tremendo placer suscitado en la elaboración; y esa circunstancia permite que esas obras rebosen vida.
 
Pascual Campos, en plena Puerta del Sol, junto a su hija y esposa.

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