martes, 26 de abril de 2022

CLEOFÉ CAMPUZANO, POETISA SIN TÓPICOS

La poetisa de Archena, Cleofé Campuzano es zurda como lo fuera Leonardo, el genio lombardo que asombró al mundo por sus conocimientos y talento sin límites. Tiene nombre con procedencia casi segura de la Torá judía y un apellido con aromas toreros. Su espiritualidad podría tener nexos orientales; su cuerpo estilizado parece un junco  que se mueve como una sílfide pudiera hacerlo al tiempo de ir a marcarse un vals vienés. En definitiva, la figura de Cleofé emana destellos de luces impresionistas, como si hubiese vivido en el Montmartre de principios del veinte, entre fulgores de bohemia, intensos olores de absenta, suicidios pasionales, sentimentales notas de acordeón y una  terrible ansia de gloria en todos aquellos que murieron jóvenes en su búsqueda. 

Siempre tuve fascinación por los poetas, tal vez porque son detectives de los sentimientos, de la belleza recóndita que se esconde en las pequeñas cosas, de las esencias que no son visibles para los demás. También dicen que no tienen sentido práctico de lo cotidiano, y eso también es atractivo, al menos para uno. En Cleofé se atisba también un aire de transgresión cuando escribe. La técnica es como una renuncia y ahí se siente como tomando el sol en una isla del Egeo, entre gatos marineros y olores de espliego y almizcle. 

Si alguien busca influencias en su obra, no encontrará a los Machado, Lorca o Alberti, Cleofé se siente más cercana a Carlos Bousoño o al cántabro José Hierro. Ella es así de selectiva y singular. Pero si me apuran, diré que sus poemas rezuman aires de pintura abstracta con reflejos figurativos, y de golpe me viene Antoni Clavé, el gran pintor catalán que residió en Francia. Entre ambos existen lazos estéticos y una simbología común.

Cleofé quiso regalar la primicia de "Paz primaria", su último poemario, a sus familiares, amigos y gentes de Murcia, precisamente en Archena. Dejó Lleida donde reside, y emprendió un viaje a su infancia, a los lugares que la marcaron, a un paisaje salpicado de palmeras y cactus que nos recuerdan el erial mediterráneo. En sus pupilas color tabaco, pudimos atisbar la felicidad que este acontecimiento provocó en ella, en su alma de poetisa singular; y que también pareciera escapada de un lienzo de Modigliani.

No hay comentarios: