Le hubiese encantado atisbar, oculta y discreta, las orgias organizadas por Tiziano y Pietro Aretino, en algún palazzo del Canareggio veneciano. Entre paredes forradas de sedas damasquinas, alfombras persas y techos repletos de oropeles, donde parecen flotar diosecillos y floreados ángeles como torbellinos aéreos. Las luces precisas, emanadas por las velas de plateados candelabros, iluminan cálidamente la blancura mantecosa de los cuerpos treintañeros de unas hermosas venecianas, invitadas al egregio sarao, y que harán inflamar las lujuriosas mentes de los libertinos allí presente. Sobre un deshilachado mantel se agrupan diversas copas de color verde cinabrio, con licores de malvasia y vino "ombra" local, y restos de mariscos de la laguna veneciana se agrupan entre candelabros, flores y cubiertos, en un barroco desorden. Una de las espléndidas chicas de cabellos dorados, se quita un lazo de terciopelo negro que recoge su pelo, para anudarlo en uno de los falos, que soliviantados demandan profusión de caricias....-Mientras tanto, Emilia no perderá detalle, en su actitud de "voyeur", y que tratandose de una artista, es doblemente "voyeur"-......... Ráfagas de luces se colarán entre los cortinajes descorridos, bañando en algunas zonas los exaustos cuerpos de los libidinosos amantes, que un tanto maltrechos yacen entre exóticos cojines árabes. Mientras estos duermen, un joven criado homosexual limpiará los desechos provocados la noche anterior, y pondrá un poco de orden en el caos doméstico del salón......
En la ciudad del Sena, Emilia visitaria a su colega Leonor Finí, la diseñadora y pintora argentina residente en Paris. Su "petit-.cháteau", repleto de colecciones de sombreros, ropajes antiguos, antiguedades diversas y su veintena de gatos de angóra componen una estancia de lo más variopinta. Frente al fuego de una vieja chimenea, sobre un sofá Luis XV estira su anatomia la genial creadora, mientras alza su copa para brindar junto a Emilia, con un noble y exquisito "Romané-Conté". Momentos después harán su aparición en escena, unas jovencitas de buenas e ilustres familias parisinas, para proceder a la liturgia de desnudar sus efébicos cuerpos níveos, con sus pubiscencias aromadas de "Nina Ricci" y sus nalgas de muselina. Una vez desnudas, harán su particular pasarela, ante las escrutadoras miradas de ambas artistas y los felinos recostados junto al sofá, ejerciendo de guardia pretoriana de su dueña. La frescura y lozanía de aquellas pieles luminosas serian traspasadas a los lienzos de Finí. Las agradables modelos serian recompensadas con algún raro perfume, algún diseño de la artista, incluso con su amor en tardes otoñales......
La mirada intensa, oscura y grácil de Emilia ha trasformado todas esas mixturadas sensaciones en un coktail pictórico, ligeramente almibarado, donde un erotismo refinado preside su obra, amalgamada de finos grises, rosáceos y sienas que refuerzan como un temblor orgásmico, la carnalidad jugosa de sus cuerpos. El entusiasmo por la vida se hace patente en rojos intensos y carmines afrutados, a la vez que la delicadeza de sus tonos apastelados evocan espacios silenciosos donde apenas se escucha el respirar, a veces convulso-, de unos cuerpos que són el paradigma del placer por siempre soñado......
1 comentario:
Amo a Emilia Castañeda, sus pinturas salen de lo comun, me encantan, tienen como un toque magico!..
besos
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