jueves, 5 de junio de 2025

HOMENAJE EN EL CERVANTES AL MAESTRO ROGELIO GIL-SERNA

Lo del homenaje al polifacético Rogelio Gil-Serna por parte de Los Amigos del Arte vino a cerrar una trilogía de eventos, que tuvieron como escenario la romántica bombonera del teatro Cervantes de Abarán en los últimos meses.


Rogelio Gil-Serna


 El primero de ellos tuvo que ver con la magnífica puesta en escena de "La Traviata", por la ya consabida compañía operística de Moldavia. Sin duda, uno de los mejores de los últimos años. Después aparecieron los "Tres Tenores", como un resabio artístico de aquello que montaron para Domingo, Pavaroti y Carreras; -al parecer con la intención de hacer más visible y popularizar la lírica. Eso es lo que nos cuentan, luego vienen las multimillonarias cifras para productores de esos eventos. No sabemos el resultado de estos experimentos, pero nos huele a que los teatros operísticos siguen yendo los mismos de siempre.


En el fondo la Coral Ars Nova junto a la soprano extremeña Carmen Solís.


Nosotros que sentimos devoción casi franciscana por Velázquez, y en cambio Picasso nos deja indiferentes; que estamos más cercanos a las tauromaquias del diecinueve con Frascuelo, Lagartijo o Mazzantini que los actuales Morantes, Rocas, y demás séquito. Por eso mismo, en cuestiones musicales nos debemos a unos principios y parámetros purístas, y creemos que el mundo lírico, especialmente la Ópera debe permanecer en su marco primigénio.


Ars Nova junto a Carmen Solís y el barítono Juan Jesús Rodríguez.


Por ello, cuando oímos a un cantante lírico ejercer de tanguero, de verlos esforzarse para interpretar un bolero o cosas similares nos dan ganas de salir corriendo. Es como si escuchamos a El Fari o Manolo Escobar en un aria de Donizzeti. Cada género requiere un tipo de intérprete y no podemos sustituir jamás a Manzanero, Gatica, Moncho, incluso el mísmo Julio Iglesias interpretando "Amapola" por un Josep Carreras, por muy hermosa y potente voz que tenga el tenor catalán.

En aquella fastuosa gala sólo nos sirvió la primera parte; apenas amortizamos los treinta euros que pagamos por dicha entrada. Nos hubiera ido mucho mejor tomarnos unas cañas en el cercano mesón Flamingo, a pesar de la intensa ducha de luz de neón que el local tiene, más cercana a un quirófano que un bar. ¡Por cierto, y hablando de luces!, ¿quién habrá tenido la genial idea de colocar ese potente foco en el centro de la platea del Cervantes? Realmente desmerece de la deliciosa atmósfera  del resto de iluminación. En su conjunto son luces más bien cálidas y ese foco es como una espada flamígera que cae de forma invasiva y cruél sobre el personal. Nos duelen estas cosas, porque el Cervantes es una de esas joyas que todavía perduran en la región murciana, que verdaderamente nos hacen viajar en el tiempo, que nos evocan el romanticísmo como una de las épocas doradas del teatro ya sea en versión  lírica o clásica.


Por último llegamos a la gala homenaje al sempiterno maestro Rogelio Gil-Serna. Aparte, otros integrantes ya desaparecidos recibieron el honor de Los Amigos del Arte. Tanto las voces de los actuantes, Carmen Solís como soprano y Juan Jesús Rodríguez como barítono, las calidades y puesta en escena tuvieron una enorme calidad, así como la cercanía de los intérpretes. La coral ciezana Ars Nova actuó de manera elegante y solvente, como  también, el director de Blanca, Víctor Cano.


Víctor Cano.

Medalla aparte, el maestro y el resto del público tuvimos el mayestático placer de escuchar el Prelúdio de la "Canción del Valle", zarzuela de corte localísta, como casi todas, obra de Rogelio Gil-Serna. Y la reflexión que nos hicímos al final del evento: "¿y por qué no se hizo el esfuerzo de un estreno íntegro?  Cantantes y músicos los hay por doquier, pero, ¿y compositores? ¿Tiene Abarán docenas de zarzuelas dedicadas a su tierra? Una tierra, por cierto, donde más compañías de tál género se han dado en la historia española, y tienen a un compositor para nuestra suerte vivo y creativo... Ahí dejamos nuestra reflexión.

domingo, 1 de junio de 2025

ÉXTASIS TORERO DE ÍKER RUIZ EN TORRALBA DE CALATRAVA



 


La Tauromaquia actuál se define por lo mucho que tiene de predecible. Los movimientos de los actuantes los percibimos como un guión monotemático y los aficionados conocemos de antemano el resultado de casi todos los festejos a los que asistimos.




 Sin embargo, ayer tuvimos la impagable actuación de un jovencísimo torero, (16 años), que nos despertó de ese sopor, de ese argumento cansino de cada tarde de toros.




Íker Ruiz se asomó por momentos a la última grán época taurina que a nuestro modesto juicio fueron los años ochenta. Nos hizo recordar detalles de las puestas en escena de Luis Francisco Esplá. Su variedad capotera tuvo la magia de algunos ilustres como Galloso o Robles. Y sí, recordamos como el malacitano Antonio José Galán se tiraba a matar sin muleta, pero nunca lo hizo dos veces consecutivas, sí en cambio lo hizo Íker Ruiz, ayer tarde en Torralba de Calatrava.




Fulminó al novillo que había brindado a su apoderado Antonio Mondéjar de un contundente espadazo, y el éxtasis llegó al público que vibró jaleando: "torero, torero".  Un callejón repleto de profesionales y aspirantes a toreros que no perdió detalle de la lidia de principio a fin del discípulo de Paco Palazón mientras el público asistía a un inesperado festín de variedad torera, de un fluir armonioso en lances tanto en la jurisdicción de tablas como en los medios. Íker condujo al novillo de Sancho Dávila como quien lleva el carrito de un bebé. 


Desde que esperó a su novillo en el tercio, de espaldas a la puerta de chiqueros hasta que finiquitó al burel todo fué una apuesta de riesgo en una filosofía de tauromaquia que va más allá de ponerse "bonito y sandunguero" ante el novillo. Que los aspirantes a toreros no solamente deben mostrar apostura, rostros cetrinos, cabellos engominados y preciosas chaquetillas, que esta religión pagana tiene muchos más argumentos que pegar pases sin límite y que los trofeos son simplemente casqueria, porque lo importante es el recuerdo indeleble que ayer cada asistente se llevó a casa. 


Antonio Mondéjar, Victorino Martín, Íker Ruiz y Francisco José Palazón.

Y nunca nos cansaremos de criticar el trasfondo de estos festejos denominados como bolsines taurinos y de promoción de alumnos de escuelas. Se les engaña a los protagonistas, se les pone a todos bajo el mismo rasero, a todos se les regalan la misma cantidad de



trofeos hagan lo que hagan; lo mismo le van a dar a quién como a Íker regó la arena con torería añeja, armonía de trazos, valor y resover la suerte suprema de un plumazo, como los que dieron mítines con los aceros de hasta cinco pinchazos o capotazos eléctricos como para encender una hoguera.





 Ayer, una vez más hubieron un par de incompetentes taurinos en el palco, (presidente y asesor), que para colmo sacaron los tres pañuelos para conceder los máximos trofeos a Íker, pero después entraron en pánico y sólo permitieron dos orejas. Si hubiesen colocado un muñeco con un par de pañuelos blancos hubiese dado lo mismo, ya que todo parecía indicar que tocarían a dos orejas por coleta, -aunque hubiese andado por el ruedo el mismísimo Joselito el Gallo le habrían gratificado con ese mismo premio. Luego, cuando lleguen a pisar Las Ventas el personal cargará contra el "siete" como los malos de esta película, pero de momento las cosas que se hacen en estos festejos sólo falsifican la integridad de un espectáculo y deterioran la moral de estos soñadores de la gloria taurina.